“Los Mojarras ya no existen. El que existe es Cachuca con su repertorio y su banda. En esa época, Los Mojarras eran una banda. No eran Cachuca y Los Mojarras. Es como si Mick Jagger se fuera del grupo y es Mick Jagger; pero, ya no son The Rolling Stones”, reflexiona Kike Larrea, primera guitarra del grupo y productor musical de su disco debut Sarita Colina (1992) donde se fusionó la Chicha con el Rock. 

“Los Mojarras fueron producto de una búsqueda de identidad que tuvo su apogeo y su ocaso. Hernán —Cachuca— decía que Los Mojarras era él. Eso no es. Los Mojarras fue Los Mojarras con él o sin él. Se sentía y se creía el centro del grupo, pero no era el centro del grupo”, dice Hugo Martínez Garay, mánager de la agrupación entre los años 1995 y 1997.

AGRADABLE LOCURA DE LOS BARRIOS


Los Mojarras nacieron y crecieron en El Agustino o el Rico Agucho, uno de los lugares más representativos del Nuevo Perú no oficial. Combinaron el rock con huaynos, mulizas, la chicha y hasta valses. Realizaron un análisis social de la música ligada a realidades marginadas. Ellos ahora cuentan cómo fue el auge y el ocaso de la banda, y cómo enraizaron la "música fusión".

El vocalista y compositor incontrolable, el animal de escena, Hernán Condori Montero —Cacucha para los conocidos— siempre comenta: “¿Por qué el Rock y la Chicha? Nacimos acá, y nuestras influencias las escuchas en una fiesta. Por ejemplo, bailamos folclore en familia, pero cuando salimos nos encontramos con el rock. La chicha es el sentimiento del pueblo y el rock es la fuerza; sin forzarlo, se juntan con sencillez y producen rock positivo”.

¿El músico debe tener un compromiso social? Él afirma que cada quien es libre de hacer lo que desee con su arte. Si desde el principio lo concibe como un negocio, tiene el derecho porque “un artista posee DNI y el derecho a pensar, a votar, a opinar. Que lo hagan o no depende de ellos. Pero que somos seres políticos, lo somos”. En el caso Mojarras, “apreciamos cada suceso a nuestro alrededor y lo contamos. No inventamos ni nos apropiamos de otras realidades”.

Ramiro Escobar la Cruz, uno de los primeros reporteros que investigó sobre la agrupación, señala que “Los Mojarras democratizaron el Rock. Revolucionaron el sentir de la sociedad con su música urbana, chirriante, de crítica dura. No tenían que pensar en el país para conseguir las letras de sus canciones. Ellos lo vivían: la delincuencia y el terrorismo, el quechua y el huayno, la fuerza y la melancolía”.

Emergieron como la espuma en la escena rockera peruana de 1992 por la propuesta de su primer CD titulado Sarita Colonia. ¿Música de búsqueda? ¿Folclore urbano? ¿Chicha & Roll? En las letras impregnaron los valores y las costumbres que veían. Una generación exhausta de ocultar sus raíces cantó, pogüeó y gritó sin importarles la discriminación por ser descendientes de provincianos.

“La producción de ese disco fue un magnífico trabajo porque lo descubrimos al grabar. Nosotros fuimos al estudio de Miki Gonzáles sin ninguna aspiración. Yo los arrastré ahí. Ellos no querían. Alegué que deseaba mostrar a mis nietos lo que hacía cuando era chibolo y me acompañaron”. No sabían que Miki estuvo en la cabina. Al terminar de tocar, entró y dijo que había escuchado al mejor grupo de rock peruano de los últimos 30 años. “Nosotros nos reímos y resaltamos que este webón nos está pendejeando. Él lo decía en serio. Me di cuenta cuando salimos. Teníamos una bomba entre las manos. Era algo totalmente diferente. En esa época, solo pensábamos en vacilarnos con la gente de barrio. No teníamos otra aspiración”, recuerda Kike.

Este disco llega a ser un homenaje a Chacalón. Desde la primera hasta la última canción. No es casualidad. Ellos son sus herederos por el sonido colectivo, del barrunto, del cerro. El mismo Chacalón lo dijo después que tocaran en uno de sus conciertos antes de Fiestas Patrias de 1992 en La Carpa Grau, cuna de la Chicha dura: "Los Mojarras es el grupo con que siempre soñé y jamás pude hacer. Cuando llegué a Lima, quería hacer rock pero rápidamente me di cuenta que iba a morir de hambre. Lo único que me quedó fue la música tropical". Ese día casi se mueren de la impresión. “Chacalón es Elvis Presley de la Chicha. Guardó el rock en su música tropical. Los Mojarras fue su sueño realizado”, detalla orgulloso el productor de Sarita Colonia.


Kike Larrea y Martín Choy, los guitarristas de la primera y la segunda camada de la banda respectivamente, declaran que sus inicios no fueron fáciles porque muchos no entendían la fusión entre el rock, el huayno y la chicha. “Compartíamos, a veces, escenarios con grupos importantes y estos nos miraban mal. Éramos todo lo contrario de lo que debía hacer una banda de Rock. No teníamos el cabello largo. La mayoría eran cholos. Tocábamos chicha que era detestado por los subterráneos por ser el opio del pueblo. Así que Los Mojarras abrieron las puertas, derribaron el muro. Eso es lo irónico y gracioso porque mucha gente después se pasó al otro lado”, comenta Larrea. “Ahora todos los peruanos miran hacia adentro y dicen: la fusión es lo máximo, el Perú es lo máximo, en esos años no se concebía al Perú como se concibe ahora con mayor identidad. Nosotros éramos el anti-grupo por la cuestión de imagen, de protesta, de música”, complementa Choy.

En 1994, Lima enfrentó varios problemas de tipo social y político. El público gritaba. Había Ruidos en la Ciudad, la segunda cría y éxito de la banda. Los Mojarras cargaron y movieron anhelos, preocupaciones y esperanzas en un triciclo ambulante llamado Perú después de dos años que estallara el autogolpe del 5 de Abril. Así se construyó y quedó el mítico hit: Triciclo con zapato un vaso de chicha un buen reloj, camisas, chucherías de todo en las calles y en montón.

Nuestro país era y es, sencillamente, ese vehículo donde encontramos desperdigados objetos de segunda que ayudan a subsistir. Perú siguió su andar y las notas de ellos también: Los micros están repletos la gente se apresta a trabajar. Obreros, empleados, doctor, enfermera y hasta un capitán van mirando sus relojes mientras el microbusero impulsa estos pistones llamados ¡Perú! No sólo estaban repletos los micros, sino también los coaster, las combis, los colectivos y los mototaxis.

Todos a la cima, todos quieren llegar/No importa el camino todos van a llegar a la cima: ¡felicidad!/el pobre a ser rico, el rico a ser rey, el rey a la gloria /la gloria inmortal/ Resurrección/ vuelve a empezar, muchos zapatos vamos a gastar para llegar. La vida es dura pero las esperanzas son lo último que pierden los peruanos porque todos desean salir adelante, todos quieren llegar a la cima.

Una resurrección es evidente, y de tal forma vuelven a empezar y gastar muchos zapatos otra vez para luchar, sufrir, sacrificarse y cantar o gritar a todo pulmón: alma para conquistarte, corazón para quererte y vida para vivirla junto a ti.


¡Ópera, Ópera, Ópera, Ópera!, Ópera salvaje para tribus urbanas (1996) “es barroco en comparación a la simplicidad única de Sarita Colonia. Contamos con el apoyo de Kike y Wicho García, y quedó genial: estábamos preparados para hacer eso. Escuchas y se vienen miles de miles de miles de detalles en guitarras, en percusión, en composición, en letras. El tercer disco es complejísimo y poco apreciado. Debes prestarle mucha atención porque fue el fruto de la experiencia”, declara Hugo Martínez. Se rescató el espíritu de fusión del primer disco y los excesos rítmicos del segundo.

Con aquella producción cerraron una parte de la historia Mojarra. Luego de una gira por Alemania, la banda que sudaba éxito y que pudo ser “la insignia del rock peruano” se disolvía en 1997 por la rebeldía, el poco profesionalismo, litros de alcohol y Cachuca. “Al comienzo todo fluyó. Había tanto trabajo que no se podía pelear. Los conciertos eran de martes a domingos, lunes descansábamos pero todo se acumulaba. Tenía que explotar porque si quieres ser un músico profesional, alguien que se respeta en la escena llega a tiempo. Nosotros llegábamos resaqueadazos”, recuerda Martín.

La ciudad de Concepción en la región Junín fue testigo del último desbande que la mayoría Mojarra soportó. La gente se iba, solo quedaban algunos borrachos. Martín bajó del escenario porque el final era evidente mientras Cachuca hablaba y prometía retirarse con Triciclo Perú. Le dijo que empezara. Terminó la canción y dejó todo. “Quería seguir con tres canciones. Ya estaba de más, el concierto había terminado. Bajé molesto junto al tecladista (Kelvin Pachas) y el baterista (Danny Taico)”. Cachuca empezó a gritar e insultar: yo puedo conseguir miles de Martin Choy por todos lados. Después que se le informara a Hugo de lo ocurrido. Decidieron terminar con aquellos problemas y formar otra agrupación. “Luego buscamos más integrantes. Tuvimos que terminar la gira, y ya en Lima la pregunta llegó: ¿qué voy a hacer?” 

Cachuca lo buscó para regresar. Las condiciones eran que no beba y que llame a los demás integrantes. Él respondió: está bien, dejo de tomar pero los otros no vuelven. “Bueno, tomaste esa decisión y se respeta. Hasta pronto”, termina Choy. Desde la perspectiva de Hugo como mánager, “este pata dice que Los Mojarras es él, eso no es, y decidí mostrárselo. Así que fundamos La Sarita. Estoy seguro que cualitativamente y cuantitativamente es un grupo que lo superó”.

martín choy junto a la mítica hohner roja, la pequeña guitarra que ayudó a crear sarita colonia (1992) y triciclo perú (1994). Una pieza de museo. 

Cachuca es un oso pardo con cabello negro y cejas depiladas; en su lugar, delineadas por un lápiz marrón para decir que existen. Asegura que viste de negro, entre sacos y polos, largos y anchos, porque estará de luto “hasta el día en que nazca la identidad peruana” y porque lo adelgaza. En galas u ocasiones especiales lleva lentes de aviador oscuros para conseguir el estilo e imagen de un rockero motorizado; asimismo, una bandera negra manga cero con la frase contundente y blanca como escudo: “Yo vi renacer al Perú” se aprecia al centro de su pecho.

Hernán “El Poeta de la Calle” Condori anda, corre y vuela con su misión principal: contar una historia de la forma más expresiva posible. Sus declaraciones a la prensa sobre la muerte llaman la atención porque no le tiene miedo, sino respeto: “Si la muerte me sonríe, le sonrío. Y si me quiere escupir, la escupo yo primero”.

Kike señala que "todo el mundo estaba convencido que no iba a durar mucho pero no sé cómo sobrevive 30 años con ese ritmo de vida. Es un misterio. Nuestro Cachucasaurio debe tener un pacto con el diablo”. También, “es un loco, pero al mismo tiempo es alguien que sabe lo que quiere. Tiene una escritura extraordinaria y un universo propio. Es alguien incontrolable que en algunos casos es lo que define al (Punk) Rock: el espíritu rebelde, el No-future, el tipo que rechaza los dogmas y cuestiona lo establecido”.


El último concierto del 2014 de ‘Cachuca y Los Mojarras’ fue el viernes 28 de noviembre en Jr. Cailloma 852, Oficina Bar.
Hernán "El Poeta de la Calle" Condori retó al público a pedir canciones “no tan conocidas” del extenso repertorio que poseen para comenzar el show: "Les saco los calzoncillos sin sacarles los pantalones".

Es mejor quemarse que apagarse lentamente fueron las agónicas palabras que cerraban la nota de despedida de Kurt Cobain a su familia antes de suicidarse. Para Cachuca, uno posee energías inmensas a fin de cambiar la realidad. Solo es cuestión de fuerza de voluntad; sin embargo, por cuestiones inexplicables, se auto-destruye poco a poco. Se cuida, pero no es un santo. “No creo que al último busque una Biblia y me ponga a orar o me empiece a golpear el pecho. Moriré en mi ley, moriré como los árboles sin hojas, todos hasta el culo pero de pie”.

Hugo comenta sobre el ahora, “No innova; a pesar que el talento sigue ahí: una boca tremenda. Existen cerros de composiciones. Todo el día compone, todo el día escribe, todo el día filosofa. Hernán posee un alma atormentada, y creo que debemos dar gracias a alguien que siga a esos fantasmas que nutren al espíritu creador. Le deseo lo mejor, no le guardo rencor. Suficiente con las mandadas a la mierda de esos días. Pienso que tampoco me guarda rencor, pero tampoco hay cariño. Jamás tuve una relación amical con Hernán. Solo una relación cordial, de respeto, de trabajo”.

Cachuca y el mañana: “No soy brujo ni leo la mano, lo que venga espero que sea para bien, y si es para mal, a la mierda”. Papá Chacalón desde arriba solo observa a sus herederos y canta: Viento, vuelve a ser como ayer/como aquellos días en que yo vivía junto a mi bohío y la madre mía/como aquel entonces tan sólo era un niño y en esa pobreza que feliz yo era/ Viento, vuelve a ser como ayer para sentir el comienzo de mi vida, el comienzo de mi historia.

los choches se reunieron el año pasado después de 17 años. de izquierda a derecha: Hernán Condori, danny taico, hugo martínez y kike larrea. (fOTOGRAFÍA: fACEBOOK HUGO MARTÍNEZ)


BONUS RESPECTIVO:



'EL AGUCHO' LIBERÓ A SUS OSOS
El grupo y la gente del barrio buscó en sus memorias infantiles y llegó a visitar a Los Osos Montañeses, serie animada de Hanna-Barbera, un año antes que se publique Sarita Colonia (1992) y así consiguieron el nombre que los catapultaría a la fama: Los Mojarras eran vecinos de Pá Oso, Má Osa, la hija adolescente Florecita y el pequeño Shag. “Esos esquineros se parecían a Los Osos Revoltosos: si no estaban chupando y tocando, estaban peleándose con muchos”, cuenta Kike. Así es como el nombre pegó tanto en El Agucho que años después sus osos cantores, luchadores y no tan perezosos rondarían por el Perú y el mundo.