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Franz Krajnik: Me retraté al fotografiar Uchuraccay

¿La génesis de un pueblo también significa su muerte? Es la pregunta que Krajnik realizó al retratar a aquellas generaciones que sufrieron una de las peores tragedias en la historia del Perú.

Publicado: 2018-01-15

Una fotografía puede detener una guerra o gritar en medio del silencio de la indiferencia. En su más reciente publicación, Franz Krajnik, editor gráfico y docente universitario (Comunicación y Fotografía UPC), muestra el dolor y las esperanzas del pueblo ayacuchano que se reconstruyó de las cenizas de la violencia 35 años después del asesinato de ocho periodistas, un traductor y 135 campesinos. 

(FONDO EDITORIAL UPC, 2018)


¿Por qué son importantes el rito y la memoria en el registro fotográfico de Uchuraccay?

No solo sucedió en esta comunidad la matanza de los ocho periodistas sino que al cabo de un año (de 1983 a 1984) murieron 135 campesinos asesinados tanto por Sendero Luminoso como por los militares. Esto termina con la huida de los pobladores y con el retorno diez años después para reconstruir su propia identidad. 

El proceso de reconstrucción de identidad es largo. Continúa hasta el día de hoy, incluso con la reciente denominación de distrito de Uchuraccay en el 2016. Hay esfuerzos en la vida cotidiana de traer la memoria del pasado al presente. Eso está expresado en los ritos: el dolor de la muerte es transformado, es resignificado en una lucha por la vida, en un esfuerzo por existir de manera plena.

¿Dirías que esta documentación tiene mucha “espiritualidad"?

Sí, es espiritual en el sentido que —da la casualidad— los pobladores de Uchuraccay han sido apoyados en el retorno por la iglesia evangélica. Esta ha normado la vida cotidiana dentro del poblado. Digamos que la ideología del perdón y la “nueva vida” que trae la religión es utilizada en el contexto de post-conflicto para, justamente, capitalizar esa memoria dolorosa en algo concreto como el nombramiento de distrito, el impulso de un recorrido turístico; es decir, darse a conocer de otra manera.

poblador orando en iglesia evangélica. franz krajnik.

¿Crees que el simbolismo es la herencia más poderosa de la fotografía?
Los fotógrafos debemos aprender a leer el contexto. A veces, en el fotoperiodismo no hay mucho tiempo para empaparnos del tema y todo sucede muy rápido. Pero, en el fotodocumentalismo es imposible que un fotógrafo no pueda o no tenga la capacidad de leer previamente, de estudiar el tema, de ir conociendo a través de la misma relación con los pobladores o con los sujetos fotografiados. Todo el contexto, todo el bagaje histórico va a tener que influir en las fotografías que hacemos.
¿Hay una resistencia al color? ¿O no es compatible con los temas que trabajas?
No me considero un fotógrafo de blanco y negro o de color. Creo que eso lo determina el tema y la forma en que quieras abordarlos. Yo fotografío también temas a color, pero en este caso el blanco y negro fue lo más apropiado. Este recurso me ayudó a conectar el pasado, presente y futuro de Uchuraccay, pues el concepto de mis imágenes es la transtemporalidad del dolor —donde el dolor del pasado es ahora el motor de la vida—, las fotografías cobran un mayor nivel interpretativo para el lector e invitan a reflexionar sobre la historia del conflicto de manera transversal.
¿Qué hace a una fotografía memorable?

Depende de demasiados factores. Hay fotografías, realmente, malas y son memorables. Y viceversa. No depende necesariamente de lo que podemos conocer, o de lo que está normado como “una buena fotografía”, sino de esa afectación personal por parte del lector.  

En el caso de Uchuraccay, fotografías que yo he hecho las he tenido que confrontar con el poblador. Llevé hace un par de años una exposición fotográfica a la misma plaza de Uchuraccay con treinta fotos en 80x50 cm y luego hice entrevistas con un álbum fotográfico que tenía las mismas fotos. Hubo fotografías que quizá yo pasé por alto como activador de memoria. Para mí significan algo y para los pobladores tenían un significado, completamente, distinto. Y, realmente, lo concebían como: de la muerte se pasa a la vida, después del conflicto se pasa al ejercicio de la existencia plena, de la búsqueda de la comunidad. Lo que hace memorable una fotografía es subjetivo. Son las experiencias propias de quien observa, de lo que haya leído, lo que haya vivido, la edad, el género, etcétera.

Después de cinco años, ¿qué tanto te has involucrado con los pobladores de Uchuraccay?

En antropología se suele reflexionar en cómo las situaciones personales del trabajo de campo van tejiendo una red de relaciones y vínculos particulares desde donde está el problema. La cámara, como objeto mediador, ha marcado la pauta de mi aproximación con Uchuraccay y con los uchuraccainos, permitiéndome observar y a la vez participar en la cotidianidad e intimidad del pueblo desde una mirada subjetiva y sincera. Tanto ellos como yo hemos hecho el esfuerzo de conocernos, entendernos y por qué no, hasta querernos. Mis dos ahijados son prueba de ello. Existe un especial cariño mutuo debido a que, salvando las distancias de los casos, en ambas partes había la necesidad de ser escuchados. Mis fotografías no son más que el reflejo de ese acercamiento con la población.

uchuraccay. memoria e identidad. franz krajnik. 

¿Cuáles fueron los comentarios de los pobladores acerca de tu profesión, de ser periodista y fotógrafo? ¿Alguna anécdota?
Al presentarme como fotoperiodista inmediatamente activé un lado del recuerdo que vinculaba, trágicamente, a los pobladores con los periodistas con cámaras, quienes me jugaban bromas al respecto como llamarme “por equivocación”: Sr. Terrorista en vez de Sr. Periodista, en alusión a la matanza del 26 de enero de 1983. A pesar de ello, en este proceso de cinco años, yo elegí dejar de ejercer el periodismo para dedicarme en profundidad a documentar y proponer mi propia visión del tema, lo que me acercó al arte como herramienta de opinión. Este cambio de alguna manera fue percibido por los pobladores y entendido como un arma de lucha y de reivindicación a través de la imagen.
Entonces, el fotógrafo es un ser político porque desde su historia arma un discurso y visión del mundo…

Sí, el fotógrafo documental cuando trabaja en el campo no es como el fotoperiodista que trata de resumir todo lo que está sucediendo en un instante. El fotógrafo documental concibe la realidad como un lapso de tiempo. Es ahí donde el fotógrafo genera un discurso propio. Por ejemplo, la discusión entre el instante decisivo y el momento intersticial. Uno liderado por Henri Cartier-Bresson y otro por Robert Frank. Cartier-Bresson nos dice que seamos una especie de cazadores de imágenes, donde no debe intervenirse la realidad. Debemos ingresar, capturar una imagen y mostrarla al mundo. Eso es peligroso al totalizar una realidad. La presenta de manera cerrada. En cambio, la metodología de Robert Frank es mucho más personal. Puede haber millones de visiones de millones de fotógrafos de un hecho concreto. Así, se genera una conversación de estas visiones.

novia bailando. franz krajnik.

¿Cuáles han sido tus modelos y referentes al hacer esta investigación y al fotografiar?
Mi primer referente es Yuyanapaq y el Informe Final de la CVR, he partido de ahí para cuestionar aquello que sucede hoy. Respecto a la reflexión sobre memoria me he influenciado de autores como el historiador Ponciano del Pino, quien trata el tema de los pobladores de Uchuraccay de manera directa, Elizabeth Jelin, Kilberly Theidom, Carlos Iván Degregori, María Eugenia Ulfe y tantos otros. Respecto a lo fotográfico sería largo de enumerar, pero como mencioné: a Robert Frank, quien entiende la fotografía no como un arma que dispara y congela momentos sino como una manera de enunciar aquello que sientes, quien eres. Al fotografiar Uchuraccay me retraté a mi mismo. Joel-Peter Witkin, por su acercamiento a la muerte; Koudelka, por todo lo contrario y Anders Petersen por considerar que la función de la fotografía no es responder preguntas (las 5Qs del periodismo), sino que es justamente hacerlas. Hay muchos más. Muchísimos más.
¿Seguirás frecuentando Uchuraccay?
Durante cinco años he puesto toda mi energía en constantes viajes a Uchuraccay y ahora solo estoy ansioso por empezar nuevos proyectos. Además de la presentación del libro este 24 de enero en el Lugar de la Memoria, viajaré para presentarlo este 26 de enero en Uchuraccay y hacer entrega de la información a los pobladores. Después, espero regresar para visitar a mis amigos y ahijados, pero por el momento no está en mis planes inmediatos.
Para terminar, es evidente tu interés por la memoria en relación a la identidad individual y colectiva. ¿Qué otros proyectos tienes en mente?

Sí, un par de años atrás comencé otro trabajo sobre la memoria. Más personal. Mis abuelos vinieron desde Eslovenia, de la frontera con Italia, después de la Segunda Guerra Mundial. Mi abuela sufre de Alzheimer y mi abuelo falleció hace mucho tiempo. Así, conocí a la familia que perdimos, familia que lleva mi apellido, pero que jamás tuvo contacto. Sabíamos que había alguien. Pero el estar ahí, el pasar una temporada con ellos, el fotografiarlos y rescatar sus álbumes familiares me hizo entender que la memoria es subjetiva. Trato de interpretar la memoria que mis abuelos no me pudieron brindar. Crear nuevos lazos que más adelante serán nuevas memorias para mis hijos. Estas nuevas relaciones las conservo en una especie de diario fotográfico.

Todavía me queda un viaje más entre Italia y Eslovenia para recién empezar a tirar las fotos y editar el trabajo. El punto final es mi papá. Cuando murió su papá, él se hizo cargo de la familia, pero cerró la puerta de toda esa tradición. Ese es el punto final. Llevarlo a mi viejo a Eslovenia, a Italia, y que conozca sus raíces. Que se reencuentre con los suyos. Cerraría el círculo y podría recién pensar en publicar.

Además de eso, tengo proyectos un poco más pequeños. Proyectos artísticos alrededor de la iluminación, incluso con temas derivados de Uchuraccay. Estoy siguiendo a la muerte. Fotografiar algunos vegetales que cuando mueren, crecen. Es esta muerte que no termina. Una muerte que da vida.


Entrevista y fotografía de portada: Luis Cáceres Álvarez


Escrito por

Luis Cáceres Álvarez

"¿Quién es el hombre más feliz, el que ha enfrentado la tormenta de la vida y la vivió, o el que se ha mantenido en tierra y solo existió?"@luiscceresalv


Publicado en

El Brujo de las Calles

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