Para Eloy Jáuregui, las calles hablan. Nunca callan. Las respeta desde que tiene memoria. Dice que ellas le han contagiado una enfermedad crónica y es escribir crónica sobre los sabores, los ritmos y los modos de hablar que encuentra. Ya sea en el Perú, en Latinoamérica, en el mundo. El arte de juntar palabras lo persigue y él se deja alcanzar, y lo abraza.
No sufre de miopía crónica. Escucha con los ojos. Observa con los oídos. Y suda palabras. Así, “Neo Barroso” es la expresión que utilizan quienes describen la escritura de Eloy. Ese estilo significa que “algo se está fusionando, que se está cocinando a fuego lento”.
El 30 de octubre fueron homenajeados varios exponentes de la música popular urbana por la Asociación Peruana de Autores y compositores (APDAYC) en la Alianza Francesa de Lima. “No hay algo que no tenga música. Los quejidos tienen música. Los hostales tienen música”, señaló. Y mientras muchos hablan sobre el bicentenario de la república, Eloy solo exhortó a que comparen ese festejo con una mesa, pues las cuatro patas que la sostienen son la religión, la gastronomía, el deporte y la música. “Por lo tanto, no nos vamos a caer nunca”.
Al finalizar esa reunión a horas que se conmemore el 74° aniversario del Día de la Canción Criolla y tres días antes que se presentara su más reciente publicación Una pasión crónica (2018) en la Feria del libro Ricardo Palma de Miraflores se dio, entre chilcanos, la siguiente conversación.
Saborea el primer sorbo del primer chilcano…
- Se habla de una formación, consolidación y declive sobre la música criolla en su libro El Pirata (2011). ¿Existe ahora una regeneración?
- No, lo que hay es un referente religioso. La música es el credo. Solamente con el credo, la gente cree. Creer es cantar. El canto es la identidad de los pueblos. Pero cuando el canto es falso como el vals, no representa a nadie.
- ¿Por qué es falso?
Por culpa de Bartola. Ha idiotizado la música. ¡Ella! Ella ha generado un anticuerpo contra la música criolla. Ningún niño ve eso en su colegio, o en su casa.
Yo he vivido junto a Rómulo Varillas. Yo he vivido junto a Lucha Reyes. Se hacían querer. Mi madre con Lucha Reyes eran como hermanas. Por eso, le tengo un cariño especial a ella. Mi padre con Jesús Vásquez eran uña y mugre. Mi padre la ayudó mucho. Sí, pues, tengo de donde prenderme.
Ahora, estamos frente a una farsa. Frente a una pantomima. Te voy a poner un vals de los Trovadores Criollos, de los Embajadores Criollos, de Los Morochucos contra esas ratas.
- ¿El periodismo cultural ha crecido o se ha reducido en los medios de comunicación en el Perú?
En el diario El Comercio hay un suplemento los días domingos que está basado en la cultura. En La República hay un suplemento. Sí, creo que ha crecido pero ha crecido frente a una masa que se ha multiplicado. Qué bueno fuese que el periodismo cultural sea la resistencia para la corrupción. Nadie se da cuenta. El periodismo tiene como finalidad hacer un legado cultural.
Hoy en día para almorzar tú tienes que ser un imbécil en la medida que solamente aceptas que el menú venga con televisor porque se ve en el televisor a los líderes de opinión de este país que son aquellos que hacen sobre la farándula una política. No puedes tomar una sopa si tú no los estás mirando. Cuando uno entiende que es la cultura en el Perú, está entendiendo que es la estupidez. Ser estúpido es igual que ser poeta en este país.
- No será lo más rentable, pero aún persiste el periodismo cultural en el Perú…
Nadie sabe todo lo que sufrimos nosotros. Cuando se hace periodismo cultural, se hace un suicidio. En el Perú ser poeta, o ser alguien que se ocupe de los actos culturales… ¡Es un suicidio! A pesar que hay un Ministerio de Cultura. No hay nadie que te pueda extrañar. O quererte por hacer cultura en este país.
Cuando yo hago un libro de autoayuda, vendo cien mil ejemplares. Cuando hago un libro de crónica, vendo un ejemplar. El periodismo es la última rueda del coche. Y uno dice por qué eres tan sádico para seguir haciendo esto.
Mi familia, mis hijos preguntan: Papá, ¿por qué sigues apostando por este acto que es totalmente un fracaso? Es porque nosotros estamos enamorados de la escritura. Todos los alumnos que he tenido los he hecho cómplices de esta plaga que es enamorarse de juntar palabras.
- ¿Por qué cree que en este país existe tanta estupidez?
- Los peruanos estamos jodidos. Ni los mexicanos. Ni los colombianos. Nosotros somos absolutamente complicados. Tenemos una cultura muy fuerte. No solamente inca. Es antes de los incas. Tenemos la civilización más grande que es Caral —de unos 5000 años— tanto así como si fuese Persia o China. Hoy que comenzamos a vivir toda esa carga cultural que tenemos detrás nos damos cuenta que no existe más que por fastidio, más que por dolencia.
- ¿La cultura ha perdido preponderancia en la sociedad?
Uno se pregunta qué pasó con el Perú. El Perú es una historia de fracasos y una historia de acto fallido como nación, como poder y como lugar para ser felices. La infelicidad es peruana.
Mis hijos, mi esposa, todos dicen: Eloy eres un fracaso. ¿Por qué? Porque me metí a trabajar en la cultura y eso aunque parezca mentira es un lastre que tengo. La cultura no es un valor. La cultura es un precio. Y cuando uno publica un libro sabes que no va a ir nadie a tu presentación. Sabes que no vas a vender ni un puto ejemplar y lo haces por ese sadismo que tienes por ser un descendiente de Garcilaso, de Vallejo, de Watanabe. ¿Y ellos que ganaron? Todos murieron misios. ¡Antonio Cisneros! ¡Pobre! ¡Hinostroza! ¡Pobre! ¡Yo! Pobre.
- Alguna vez dijo: “No hay texto acabado. La crónica es solo para inmortales”. ¿Podría profundizar en esa afirmación?
El texto es interminable. El texto es lo único que tiene existencia eterna. Toda la vida. No hay texto acabado. La crónica es una provocación para terminar un texto. La crónica seguirá escribiéndose. Seguirá siendo. No hay más que unir todo lo que uno tiene en su vida y exponerla. Así, está sujeta a que sea vuelta a escribir.
Cuando uno escribe, está proponiendo. Cuando tú propones, estás sugiriendo. Cuando tú escribes, estás provocando. No evocando. Cuando tú escribes, estás siempre eterno y no muerto. Cuando tú escribes, estás haciendo una exposición perpetua. No una exposición definitiva. Cuando tú escribes crónicas, estás construyendo.
La fotografía es lo que más se parece a la crónica. La fotografía es un hecho común. Continúo. No hay mejor fotógrafo que el que fotografía todos los días. De la misma cosa incluso. La única fotografía perfecta es la fotografía que no se ha tomado. Viene mañana. Viene al rato. La vida es una provocación. No es una definición.
- ¿La crónica es un desprendimiento del periodismo con pretensiones estetizantes?
Cuando una persona es periodista, tiene que ser ilustrado y romántico. A mí me dijo El Veco: Cuando una noticia que escribas no haga reír y no haga llorar, no sirve esa mierda.
El periodista debería ser un representante del sentimiento. El periodista debería ser un militante de la verdad sentimental. El periodista debería ser alguien que con su escritura renueva todo lo que uno no puede decir.
Para mí la escritura es un ejercicio de cariño. Para mí la escritura es el ejercicio del odio. Odio y cariño para mí son lo mismo. Yo no puedo soportar la tenacidad en la estupidez de las mujeres y de los hombres. No. Lo único que vale es ser noble y tranquilo.
- Juan Villoro afirma que la crónica periodística no es impulsada por los medios tradicionales por la demanda de recursos y tiempo. Pero, siguen hablando sobre este género.
Yo soy un enfermo crónico. Padezco de crónica. Esa forma de contar, periodísticamente, la historia de tu vida o la historia de la vida de los otros es haciendo crónica. No se puede hacer con una nota informativa. Obviamente me ha traído problemas el haber hecho crónica. Yo no vivo de esto. Lo hago por deporte. Pero, la crónica es —en todo caso para mí— el registro literario de la vida más jodida que puede existir en la tierra.
Así, escribo la cultura popular urbana. ¿Quiénes son los personajes principales? Jaime Moreira, Pepe Villalobos, el Señor de Los Milagros, Adolfo Zelada, entre otros. Pero, además, es la comida. A mi escritura le echo todos los condimentos como cuando cocino.
- A la hora de escribir, ¿quiénes lo inspiran especialmente para esta labor?
Ricardo Palma, César Vallejo, José Carlos Mariátegui y Abraham Valdelomar.
Yo he logrado con Hemingway una relación muy fuerte. Ernest Hemingway es como mi papá. Yo lo admiro mucho. Hablo como Hemingway. Escribo como Hemingway.
- Para Eloy Jáuregui, ¿cuál es el mejor libro de Hemingway?
- Al otro lado del río y entre los árboles. ¿Por qué? Porque ahí está la esencia de un trabajador de la literatura. No de un literato. Cualquier página de Al otro lado del río y entre los árboles habla de la sensibilidad más grandiosa que tiene un enamorado. Los escritores somos enamorados. Los escritores somos apasionados. Y, ahí, en Al otro lado del río y entre los árboles que es de un viejo como yo que se enamora de una chibola se construye un drama de toda la fantasía que puede tener el ser humano. No hay persona más enamorada que Hemingway cuando escribe sobre Venecia donde se desarrolla la novela. Ser nostálgico no es ser melancólico. Ser nostálgico es ser amoroso.
- En Caza Propia (2017) tiene nueve crónicas de Cuba y después de publicar Una pasión crónica (2018) viene El son de La Habana —una suma de ensayos sobre las virtudes y los problemas sociales de la capital— pues hace un tiempo dijo que cuando viaja a “la isla más aislada del planeta” sucede algo trascendental en su historia…
- El son de La Habana es una gran crónica sobre mi experiencia en Cuba. Me encanta por varias razones. Es la zona donde se crió Hemingway, mi escritor favorito. Soy amante de Lezama Lima, mi poeta favorito. Soy devoto de Padura, mi novelista favorito; y además, tengo una devoción por Diego Cabrera Infante, quien es mi papá. Cuba para mí es la forma de entender que para ser feliz debo seguir amando a los escritores de La Habana. La literatura y Cuba significan el amor, el sexo y la vida. No hay un trago de ron que no sea el son de la razón.
- ¿Por qué ahora publica estas historias en formato libro?
- Para vengarme de alguien. Maestra vida camara'a, te da, te quita, te quita y te da.
- ¿La rapidez es sinónimo de calidad?
- No, la rapidez es sinónimo de periodismo. Un periodista tiene que ser rápido.
- Gabriel García Márquez decía: “La mejor noticia no es siempre la que se da primero, sino muchas veces la que se da mejor”.
Pero, cuando una noticia se demora dos años en publicarse, ya no es noticia. ¿O no? Para hacer una crónica yo me demoro dos días. Otros para hacer una crónica se demoran años. No jodan pues. Tienen que combatir la flojera.
Cuando leo a Víctor Patiño en su columna en el diario Trome —Pico TV, El Búho— yo me sorprendo todos los días. Porque está inventando. Está haciendo periodismo, pero está inventando. Trato de hacer lo mismo. En todo caso, nosotros hemos aprendido que la mejor noticia no es la que se escribe primero ni después la que se escribe mejor. Para escribir se necesitan: cojones y fantasía. Escribir crónica es ser un intérprete de la televisión apagada.
Yo digo lo siguiente: Para ser buen escritor, uno tiene que ser un conchadesumadre. Tal es así que puedes encontrar en tu verso, en tu prédica, dos elementos: tu barrio y tu lenguaje. Si no fuese pendejo para escribir, no soy pendejo para hablar. Solamente hablo porque escribo. Mi oralidad es una cosa desconcertante para muchos lingüistas. Soy un escritor genuino. Auténtico. Soy la esencia del guaguancó.
- ¿Satisfacer los caprichos del lector es darle un pésimo servicio?
- Sí, al lector se lo respeta porque es el 50% de tu texto. Pero, no eres su alcahuete. La mejor forma de respetar al lector es escribir bien. Y saber que lo que tú estás diciendo es un descubrimiento, un hallazgo y algo que existe en el alma del escritor que es la función de la fantasía.
- ¿Por qué Eloy Jáuregui bebe tanto?
- Porque no sé hacer otra cosa. Solo escribir. Me levanto con sed. Me acuesto con sed. Sueño con sed.
- ¿Por qué tanta sed?
- No sed.
- ¿El alcohol propicia la creatividad?
- Nunca. Yo jamás he escrito un poema borracho. Yo no puedo escribir borracho. No me sale. Resaqueado tampoco. Solo estoy resaqueado para ver a Alianza Lima, borracho para ver a la U y —para preparar cebiche— mi [Sport] Boys. Es mi delirio.
- ¿A dónde se fue la bohemia de las redacciones?
- El periodismo en el Perú se cagó por lo zanahoria. El ser zanahoria en el periodismo es un acto contra natura. El periodismo es la forma de entender que el cielo esté lleno de alcohol. El periodismo es comprender que el paraíso es ser beodo. Una catarsis constante. Ir por las calles pensando y pensando.
- ¿No le teme a la muerte?
Yo le temo a la vida. La vida es tan jodida que es un instante entre dos inmensidades. Y bebo lo que me da la gana.
Entrevista y fotografías: Luis Cáceres Álvarez